El
30 de septiembre de 1991 daba comienzo una de las temporadas más tristes para el baloncesto madrileño. Tras un verano convulso, la Liga ACB arrancaba con la noticia de la desaparición de un antiguo grande del básquet, el Cajamadrid Alcalá, y la extinción de la sección de baloncesto del Atlético de Madrid. Además, el optimismo puesto en las plantillas de los dos grandes de la región, el Estudiantes y el Real Madrid, acabó siendo vano dado el fracaso de ambos equipos en casa y en Europa.
La desaparición del Cajamadrid durante el verano del 91 fue toda na premonición de que las cosas no acabarían nada bien para el baloncesto regional aquél año. El Cajamadrid había sido fundado en 1979 después de que la entidad comprara la plaza del recién ascendido colegio San Viator a Tercera División. Precisamente la relación que el club estableció entonces con las categorías inferiores del colegio hicieron del San Viator uno de los pilares de baloncesto base de la región, aún hoy en nuestros días.
Apenas cuatro años después de su fundación, el Cajamadrid consiguió su primer ascenso a la ACB en la temporada 1982-83. En su primer partido en la máxima categoría del baloncesto español, el 11 de septiembre del 83, el equipo logró ganar a un histórico del básquet madrileño, el Estudiantes, y con jugadores de la talla McKoy, Toñín Llorente, David Brabender o José Luis García Coll apuntaba a estar entre los grandes de la competición. Sin embargo, la falta de presupuesto acabó relegando al equipo a ser carne de segunda división a partir de 1986 y, pese a que el sueño de volver a la élite se mantuvo, el club desapareció en 1991 por motivos económicos sin retornar a la ACB.
La historia de la última sección de baloncesto del Atlético de Madrid no fue mucho más exitosa. El equipo rojiblanco, que llevaba años comprando plazas de equipos de Segunda para formar equipos que apenas duraban una campaña, disputaba desde el año anterior la Liga ACB a través de una fusión con el CB Villalba, un club presente desde hacía años en la máxima categoría del básquet español. Siempre enmarcado en la zona media de la clasificación cada final de campaña, el nuevo Atlético Villaba consiguió la temporada anterior clasificarse para la Copa Korac después de meter la cabeza en los play-offs por el título. Sin embargo, la historia quiso que el Atlético de Madrid acabara con el casillero de participaciones europeas a cero en lo que a baloncesto se refiere.
En el verano del 91, la Junta Directiva del viejo CB Villalba y el presidente rojiblanco, Jesús Gil, se enzarzaron en una dura polémica sobre el futuro del Atlético de baloncesto. Por aquél entonces el equipo serrano contaba con dos juntas directivas paralelas que se autocalificaban como legales. Una, la recién llegada encabezada por Gil, que expresaba su determinación a llevarse el equipo a Marbella si la otra parte no se hacía cargo de los 300 millones de pesetas de déficit de la entidad. Otra, la tradicional, encabezada por Vicente Carretero, claramente opuesta a cualquier mudanza. Finalmente el conflicto se resolvió con una moción de censura de los socios del Villalba, que expulsaron a Gil y con él al Atlético de Madrid de la entidad. El CB Villaba jugaría la temporada 91-92 sin el escudo rojiblanco y cayó derrotado en la segunda ronda de la Copa Korac. A final de año, la enorme deuda del club provocó su desaparición.
Por su parte, los sueños de los dos grandes del baloncesto madrileño acabaron desvaneciéndose en manos del mismo equipo: el Joventut de Badalona. Por un lado los del Estudiantes Caja Postal, que se clasificó por única vez en su historia para la Final Four de la Copa de Europa y perdió en semifinales contra los Jofresa, Villacampa y compañía en Estambul pese a venir de eliminar al gran Maccabi de Tel Aviv en cuartos. Por otro, los del Real Madrid, que sucumbió en la final de la ACB a L
a Penya poniendo la guinda a una temporada para el olvido.
El 8 de enero de 1994 el Real Madrid sufría en el Camp Nou la que probablemente fuera la noche más bochornosa de su historia. Corría la temporada 93-94, y el Dream Team de Johan Cruyff parecía predestinado a pasearse impunemente por la Liga. El Madrid sin embargo atravesaba una de esas etapas que todos conocemos hoy en día de juego resultón y poco vistoso bajo la dirección de Benito Floro, que acabaría relegando a los merengues a la cuarta plaza de la clasificación al término de la campaña.
Desde el pitido inicial el Camp Nou vio los suyos algo mejor plantados en el terreno de juego que el eterno rival, pero con un equilibrio de fuerzas que hizo que la goleada se hiciera esperar. Sin embargo, después del primer tanto de la noche, obra de Romario, el Madrid directamente quedó desaparecido en combate. El gol que abrió el marcador aquél 8 de enero fue una obra maestra del brasileño que, a pase de Guardiola, efectuó una cola de vaca impecable que dejó KO a Alkorta para batir a un Buyo desconcertado. Pese a que la veda se había abierto, ambos equipos se fueron al descanso con un tímido 1-0 que no hacía sospechar nada de lo que pasaría tras la reanudación.
Escasos minutos después del comienzo de la segunda mitad Ronald Koeman, de lanzamiento de falta directa, hacía el segundo para los azulgrana, ya dueños y señores del terreno de juego. Mientras las tímidas embestidas del Madrid chocaban una y otra vez con el muro que levantó en la divisoria José Mari Bakero, Guardiola apenas encontraba resistencia a la hora de armar el ataque local. Así, ante la empanada monumental de la defensa del Madrid formada por Hierro, Sanchís, Alkorta y Lasa, en el minuto 12 de la segunda parte llego el tercero, cuando el ahora entrenador blaugrana daba un pase kilométrico a Nadal que a su vez dejaba a Romario para que marcara a puerta vacía.
Romario, en estado de gracia, haría todavía un gol más aquella noche. Sería el cuarto, aprovechando un pase desde la banda derecha de Laudrup, que el año siguiente recalaría en las filas del Madrid. Pero además, el brasileño tendría tiempo para dar la asistencia del último gol de la noche. Iván Iglesias transformó un pase al hueco del 10 del Barça que envió al fondo de la red para cerrar el marcador en una nueva muestra de la bochornosa actuación de la zaga madridista. El equipo merengue, sin embargo, se desquitaría de la humillación al año siguiente, cuando devolvió la manita al Barça en el Bernabéu y se proclamó campeón de Liga gracias en parte a la llegada de jugadores como Fernando Redondo o Iván Zamorano en el verano siguiente.
Podéis rememorar aquellos goles en
http://www.youtube.com/watch?v=WhsB8qgp1tI&feature=related , un interesante montaje de la narración de cada uno de los tantos desde TV3 y Telemadrid.
El 7 de mayo del año 2000 se confirmaba la tragedia y el Atlético de Madrid consumaba su descenso matemático a Segunda División. Esa misma tarde el conjunto rojiblanco no logró pasar del empate a dos en la penúltima jornada de liga contra el Oviedo, rival directo por la permanencia contra el que estaba obligado a ganar para eludir el descenso. Las tablas registradas en el marcador del Carlos Tartiere acababan con la esperanza de los seguidores atléticos, que habían sufrido la que posiblemente fuera la temporada más convulsa del Atlético de Madrid tanto dentro como fuera del terreno de juego.
En el ámbito deportivo, el Atlético de Madrid realizó una campaña liguera nefasta. La jornada inagural de la competición, en la que los rojiblancos cayeron derrotados por cero a dos frente al Rayo Vallecano, ya hacía presagiar que aquél equipo formado en torno a Hasselbaink, Kiko, Molina, Solari y Valerón, no realizaría precisamente una buena campaña. Al término de la octava jornada del campeonato el Atlético ya era colista de la Liga y, pese al bálsamo que supuso vencer el derbi contra el Madrid lejos del Calderón, el conjunto rojiblanco no levantaría cabeza. Prueba de ello es que en un sólo año tres entrenadores diferentes se sentaron en el banquillo local del Manzanares: Claudio Ranieri, Radomir Antic y Fernando Zambrano.
El ámbito extradeportivo tuvo también una influencia clave en el descenso del Atlético. La inestabilidad total del club por la persecución judicial contra Jesús Gil poco ayudó a la consecución de los objetivos marcados. Casi a mitad de temporada, el 22 de diciembre del 99, el juez de la Audiencia Nacional García Castellón decretó el embargo de las acciones de la Sociedad Anónima Deportiva del Atlético y la destitución de su Consejo de Administración, con Gil a la cabeza, por los supuestos delitos de apropiación indebida, falsedad en documento público y mercantil y estafa por parte de la Presidencia. En lugar de la familia Gil, el administrador judicial Luis Manuel Rubí se puso a cargo del club por imposición de la Audiencia.
Con delitos fiscales que superaban los 9.000 millones de euros, Gil no volvería a las oficinas del Atlético hasta el tramo final de temporada. En abril de 2000, cuando el Atlético se encontraba ya en puestos de descenso y a tres puntos de la salvación, el juez Manuel García Castellón permitió la restauración del anterior Consejo de Administración siempre y cuando todas sus operaciones fueran supervisadas por la Justicia.
Sin embargo, la vuelta de Gil apenas tuvo influencia sobre el porvenir del equipo. El Atlético encadenó dos derrotas consecutivas frente al Valencia y el Barcelona y, a falta de tres jornadas, necesitaba salir invicto de sus últimos compromisos ligueros y que o Betis o Numancia o el Oviedo fallasen. No obstante, el equipo colchonero fue el primero en pinchar y volvía a Segunda División 66 años después. Al año siguiente, ya en el infierno, un joven canterano llamado Fernando Torres debutaría con el primer equipo en un partido contra el Leganés.